Desde hace un tiempo vengo acumulando pesos y cosas en la espalda, es como si fuera llenando una carretilla con puras piedritas que nunca me van a ser útiles realmente y que en pocas palabras, importan tan poco fuera de su contexto, que pesan, molestan y no dejan dormir en paz.
Fue bastante sencillo, para variar bastaron pocas palabras. Quizás se despertó al escucharme con un poco de angustia, o tal vez recordó que estaba con los lentes puestos y la película avanzaba irremediablemente.
Cuatro movimientos. Arriba, al baño, agua, pasillo.
Y ahí estaba, sonaba el piano y una voz dulce... Sin mirarle la cara me lancé a su pecho, sentí un poco de alivio al chocar con su panza redondita y su hombro firme.
Sucedió el milagro, las lágrimas comenzaron a correr por mi cara y surgió su típico "que te pasa?", al que respondí con mi obvio y filoso "no sé".
Quizás pasaron unos segundos, quizás un minuto completo... o posiblemente se detuvo el tiempo.
Ahí surgió la magia, bastó una palmadita en la espalda, un cariño, un beso y un te quiero.
El mundo giró de nuevo y yo volví a mi posición de batalla, ahí firme, trabajólica, obsesiva, idiota... pero por un segundito volví a ser la niña de papá.
Que bien que se siente llorar.
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1 comentario:
Hola.....
Me encanto tu blog... y lejos lo mejor "No me tome muy en serio... pero tampoco no me crea."
Eso me define a mi, fue raro ller tu blog, se parecia al mio cuando tenia tu edad, seco (no toy tan viejo solo 24)
saludos niña
@alfredodiaz
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